La revolución de la economía colaborativa

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Hace un par de años, pude asistir a una charla de Kay Kuehne, responsable de airbnb en España y Portugal, en la que planteó una curiosa reflexión. Como  grandes aficionados al bricolaje, los americanos tienen en su poder un total de 80 millones de taladros. Sin embargo, el uso medio anual de cada taladro es de 13 minutos. Por eso Kay se preguntaba si lo que necesitamos es tener un taladro en casa o, simplemente, hacer un agujero en la pared en un momento dado.

La reflexión de Kuehne es muy pertinente en un mundo en el que cada vez generamos más residuos mientras que muchos bienes están desaprovechados la mayoría del tiempo. Bajo esta filosofía nació airbnb, dedicada a facilitar alojamiento en todo el mundo aprovechando los espacios no utilizados de las casas particulares.

Además de desatar la polémica, la llegada a España de la aplicación Uber -que facilita el uso compartido de vehículos y ha sido declarada enemigo público número uno por el gremio de taxistas, que acusan a la empresa intermediaria de competencia desleal- ha provocado que  estos días se esté hablando mucho (y, en ocasiones, de forma confusa) sobre la economía colaborativa.

En esencia, la economía colaborativa se basa en el intercambio de recursos entre personas, aprovechando los canales de comunicación y colaboración abiertos por internet. Más allá de las empresas citadas –que, evidentemente, se mueven con ánimo de lucro-, la economía colaborativa es practicada desde hace años por muchos usuarios de internet, intercambiando desde apuntes a archivos de música y ropa para niños. El fenómeno crowdfunding surge también de este espíritu colaborativo entre “iguales”.

Coincidiendo con la crisis, la revolución del consumo colaborativo no ha hecho más que empezar. De hecho, el intercambio de bienes y servicios es tan antiguo como la humanidad.  Sin embargo, las posibilidades que abre internet ante sistemas de financiación como el crowdfunding sí que son novedosas y extraordinarias. Muchas ideas y proyectos que nunca hubiesen visto la luz puede que salgan adelante gracias a la colaboración. Y tú, ¿participas ya en la economía colaborativa?